El huevo es un alimento que aporta proteína de alta calidad y numerosos nutrientes con potenciales beneficios para la salud. Debido a la elevada calidad y biodisponibilidad de la proteína del huevo, su consumo favorece el desarrollo del feto en la etapa embrionaria, ayuda a los deportistas a ganar músculo, y en personas mayores ayuda a contrarrestar la pérdida de masa muscular ocasionada por la edad y a la falta de actividad física.
Hace dos décadas la Asociación Americana del Corazón limitó la ingesta de huevo a un máximo de tres por semana como medida de prevención cardiovascular. Sin embargo, hoy sabemos que no existe una relación estrecha entre el colesterol de la dieta y el colesterol en la sangre y que en gran medida depende de factores genéticos, peso corporal y actividad física que se realice.
Entonces ¿Qué hace que nuestros niveles de colesterol en sangre aumenten?
Son las grasas saturadas y trans las responsables de este aumento. Es por esto que restringir el consumo de este tipo de grasas tiene un mayor beneficio que reducir nuestro consumo de colesterol. Es verdad que la mayoría de los alimentos que contienen colesterol también son ricos en grasas saturadas, pero concretamente el huevo no lo es, ya que este tiene mayor contenido de grasas instauradas (buenas) que de saturadas (malas) y por ello el colesterol del huevo tiene menor efecto sobre el colesterol en sangre.
Algunos estudios investigaron directamente la relación entre la ingesta de huevo y la enfermedad cardiovascular y no se encontró ninguna asociación entre ambas, por ello la Asociación Americana del Corazón modificó sus recomendaciones dietéticas mencionando que “El colesterol procedente de los huevos no suponen un riesgo añadido para padecer enfermedades cardiovasculares, permitiendo recomendar la toma de un huevo al día, en lugar de la recomendación previa de 3 huevos a la semana”.